La importancia de Apple y de Steve Jobs en el mercado tecnológico es algo indiscutible, pero para llegar tan lejos es necesario haber caído alguna vez. Y es que sólo a través de nuestros fallos conseguimos mejorar.A raíz de la muerte de Steve Jobs, se ha comparado en todo tipo de medios al gurú de Apple con Thomas Edison. Jobs no inventó nada, ni el ordenador personal, ni el reproductor de MP3, ni la tableta; pero, al igual que Edison, era un fiero competidor que quería controlar todo lo que tuviera que ver con sus productos, desde la distribución hasta las estrategias de marketing y, también, los dos han sido grandes científicos.
Pero el éxito de Apple a lo largo de los años no significa que la compañía no haya fracasado más de una vez especialmente entre 1985 y 1996, cuando Jobs no estaba en la compañía. Pero el genio dela manzana también aprendió de estos errores para desarrollar los productos tecnológicos más exitosos de nuestro tiempo. Estos son los 6 grandes errores de Apple, que ha seleccionado Scott M. Fulton, en ReadWriteWeb.
6. Macintosh Performa (1992-1997)
En un momento en que las tiendas independientes de ordenadores empezaban a morir, el principal canal de ventas para los ordenadores dirigidos al gran mercado eran los grandes establecimientos de venta al por menor. Para lograr presencia en estos canales, los fabricantes tenían que dejar que fuera la tienda la que hiciera los pedidos. En primer lugar, querían una distinción clara entre los productos para casa y para el trabajo, fuera cual fuera la diferencia, pero tenía que existir una marca distinta. En segundo lugar, eran las tiendas las que establecían el precio, ya que ellas eran las que clasificaban a sus clientes en función del dinero que éstos estaban dispuestos a pagar. Y por último, ellas tenían control sobre el marketing.
En un momento en que las tiendas independientes de ordenadores empezaban a morir, el principal canal de ventas para los ordenadores dirigidos al gran mercado eran los grandes establecimientos de venta al por menor. Para lograr presencia en estos canales, los fabricantes tenían que dejar que fuera la tienda la que hiciera los pedidos. En primer lugar, querían una distinción clara entre los productos para casa y para el trabajo, fuera cual fuera la diferencia, pero tenía que existir una marca distinta. En segundo lugar, eran las tiendas las que establecían el precio, ya que ellas eran las que clasificaban a sus clientes en función del dinero que éstos estaban dispuestos a pagar. Y por último, ellas tenían control sobre el marketing.
En este escenario, el Performa fue la antítesis de lo que conocemos como la filosofía Apple. Su marketing se basaba en la idea de que si utilizas un Macintosh en el trabajo, seguramente quieras tener uno en casa. De esta forma, Macintosh dejó de ser “una cosa”, es decir, el concepto con alguna serie de variaciones, para convertirse en una marca plasmada sobre un producto.
El Performa no logró aumentar el éxito de Mac en el mercado, aunque sí llevó a los consumidores a entender que Apple era algo más que un logo, aparte de que demostró que la innovación de Mac se había ido con la salida de Steve Jobs.
5. Apple IIgs (1986)
Nunca hubo un ordenador Apple II especialmente malo, pero su problema es que intentaba ser varias cosas distintas al mismo tiempo: un ordenador a color que utilizaba un ratón y que hacía cosas como un Mac pero que se comportaba como el Apple II. Los usuarios de Apple II de aquella época lo aceptaron, pero no en masa. Y aunque el IIgs mantenía los estándares de calidad de Apple, no era capaz de atraer a nuevos consumidores, simplemente porque no había mercado para ello.
Nunca hubo un ordenador Apple II especialmente malo, pero su problema es que intentaba ser varias cosas distintas al mismo tiempo: un ordenador a color que utilizaba un ratón y que hacía cosas como un Mac pero que se comportaba como el Apple II. Los usuarios de Apple II de aquella época lo aceptaron, pero no en masa. Y aunque el IIgs mantenía los estándares de calidad de Apple, no era capaz de atraer a nuevos consumidores, simplemente porque no había mercado para ello.
La lección que aprendieron es que no se puede llevar a tu base de consumidores de una plataforma a otra simplemente creando una tercera y lanzándola como un puente entre las dos.
4. Macintosh (1984)
No se trata ni de Mac como conjunto ni de Mac como plataforma, sino del primer Macintosh, la edición 128K con todos sus defectos. Y es que los dispositivos que están llamados a revolucionar el mercado no pueden estar hechos a medias. Tienen que hacer todo lo que un consumidor puede llegar a imaginar que se puede hacer con él, y no quedarse a medias. Y el iPhone es el último ejemplo, y permanente, que demuestra que Steve Jobs aprendió esta lección.
No se trata ni de Mac como conjunto ni de Mac como plataforma, sino del primer Macintosh, la edición 128K con todos sus defectos. Y es que los dispositivos que están llamados a revolucionar el mercado no pueden estar hechos a medias. Tienen que hacer todo lo que un consumidor puede llegar a imaginar que se puede hacer con él, y no quedarse a medias. Y el iPhone es el último ejemplo, y permanente, que demuestra que Steve Jobs aprendió esta lección.
El Mac #1 llegó al mercado bajo la única promesa de un nuevo software. Pretendía ser un nuevo paradigma y una nueva forma de trabajar pero, a pesar del potencial, no logró llegar a los consumidores.
3. Apple III (1980)
En 1980 el éxito de un ordenador dependía de cientos de pequeñas tiendas repartidas por todo el país y el apoyo de miles de consultores, educadores, editores y líderes. Pero en este momento, Tandy Corporation demostró que una marca y una plataforma no tenían que ser sinónimos, y lanzaron nuevas máquinas bajo la misma marca pero con un software distinto. Apple decidió que no cometería el mismo error.
En 1980 el éxito de un ordenador dependía de cientos de pequeñas tiendas repartidas por todo el país y el apoyo de miles de consultores, educadores, editores y líderes. Pero en este momento, Tandy Corporation demostró que una marca y una plataforma no tenían que ser sinónimos, y lanzaron nuevas máquinas bajo la misma marca pero con un software distinto. Apple decidió que no cometería el mismo error.
En esta situación se lanzó el Apple III, que incluía una versión mejorada del procesador 6502 del Apple II. Pero para poder utilizar el software propio del III, hacía falta utilizar el nuevo sistema operativo que la compañía, llamativamente, llamó SOS. Sin él, el modelo de 80 columnas del Apple III era incompatible con el modelo del Apple II. Además, la insistencia de los ejecutivos de Apple de que sus productos no necesitaban ventilador hizo que el Apple III se sobrecalentara demasiadas veces y los chips salieran despedidos. La lección: ningún producto Apple debería salir a la calle sin haberse probado antes bajo condiciones extremas.
2. Lisa (1983)
Lisa se presentó como un ordenador gráfico, con el mouse típico de Apple, pero todavía no era intuitivo como un Macintosh y se hacía demasiado complicado a veces. Había un escritorio, en el que aparecía una especie de papel que, cuando lo arrancabas, se mostraba en blanco. A partir de ahí, se podía utilizar el LisaDraw o el LisaWrite y ponerse a trabajar. El ordenador no tenía manual, el sistema de carga de discos era distinto al del Disk II, por lo que era complicado averiguar cómo insertarlos, y el funcionamiento de los programas estaba lejos de ser intuitivo, por lo que llevaba mucho, mucho tiempo averiguar cómo funcionaban.
Lisa se presentó como un ordenador gráfico, con el mouse típico de Apple, pero todavía no era intuitivo como un Macintosh y se hacía demasiado complicado a veces. Había un escritorio, en el que aparecía una especie de papel que, cuando lo arrancabas, se mostraba en blanco. A partir de ahí, se podía utilizar el LisaDraw o el LisaWrite y ponerse a trabajar. El ordenador no tenía manual, el sistema de carga de discos era distinto al del Disk II, por lo que era complicado averiguar cómo insertarlos, y el funcionamiento de los programas estaba lejos de ser intuitivo, por lo que llevaba mucho, mucho tiempo averiguar cómo funcionaban.
La lección que Apple aprendió de Lisa fue bastante obvia: los compradores son escépticos por naturaleza, por lo que no les puedes lanzar un producto y esperar que se venda solo. La gente necesita que les enseñes cómo funciona.
1. HyperCard
Hoy en día pocas veces se ve a Apple como una compañía de software, pero en 1987 el desarrollador Bill Atkinson creó un software llamado a cambiar el mundo, pero no desde Apple. La compañía no logró reconocer el potencial de HyperCard y lo deshabilitó. Durante esos años, un desarrollador independiente recreó el modelo del HyperCard y lo convirtió en el World Wide Web que todos estamos utilizando ahora mismo.
Hoy en día pocas veces se ve a Apple como una compañía de software, pero en 1987 el desarrollador Bill Atkinson creó un software llamado a cambiar el mundo, pero no desde Apple. La compañía no logró reconocer el potencial de HyperCard y lo deshabilitó. Durante esos años, un desarrollador independiente recreó el modelo del HyperCard y lo convirtió en el World Wide Web que todos estamos utilizando ahora mismo.
El HyperCard, una especie de base de datos que interactuaban en función de códigos y cuyas páginas se relacionaban entre sí a través de hipervínculos, podría haber puesto al mundo entero en las manos de Apple, pero sin Jobs, la compañía simplemente dejó pasar la oportunidad. Tres años después, un veterano de HyperCard lanzo una especie de nomenclatura para los recursos en red. ¿La lección de esta experiencia? Nunca subestimes tu propio potencial, algo de lo que Jobs hizo prácticamente una religión desde su vuelta a Apple.
Vía: Marketing Directo
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